martes, 9 de febrero de 2010
Confuso y cuarto contacto
Honestamente, tuve que verla dos veces. No porque fuera una película difícil de entender, nada de eso. Fue más bien porque fue demasiado digerible de ver, como cuando no tienes nada que hacer, prendes la televisión, le das vuelta a la programación para sencillamente matar el aburrimiento en Discovery Channel. La segunda vez que pagué por ver esta película fue porque tenía que hacer esta tarea.
Olvidé analizarla porque me atrajo el gusto de sentirme engañada, de dejarme involucrar. Fue como saber que no existe la magia sin resistirte a entretenerte con los trucos del mago, sorprenderte, dejarte llevar. Hace mucho que no me pasaba eso con el cine, pues cuando empiezas a ver más, buscando lo bueno, el ojo se te va poniendo duro y el cerebro pegado en él como chicle. Piensas en la composición, en la historia, los diálogos, los efectos visuales, en el color, la actuación… la mix media. Le exigimos al cine lo que las demás artes no nos pueden dar.
En esta película no fue necesario pedir más de lo que intencionalmente muestra y esta hecha para. Es obvio decir que noté errores de guión como los ALIAS, nombres que aparentemente cubren la identidad de los afectados pero que son llamados de la misma forma en ambas grabaciones (la real y la ficticia). Aun y con ese error, mantenía una buena narrativa. El ojo es lo que más tenemos adiestrado y de lo que nos fiamos, error para nosotros, claro.
En cuanto a la historia y todo lo que propiamente pedimos del buen cine, no tengo nada que agregar; tampoco de los números y referencias absurdas, todo eso no merece ni ser criticado puesto que, como ya dije, no es la intención del filme.
Tania Martínez Báez
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