¿Qué es esto?

El que se ocupe este espacio responde a tres objetivos. El primero de ellos, contar con un sitio desde el cual se puedan dar a conocer las opiniones, las observaciones, las críticas de un grupo de alumnos de la Universidad de Monterrey, quienes, por obligación o gusto, tienen que realizar estos ejercicios dentro de la materia que lleva por nombre Taller de Crítica Cultural.

Segundo, y como si de un boomerang se tratara, una cosa es hacer llegar a otros lo que pienso, dudo, discurro, critico, y otra es someterme al escrutinio del otro, abrirme al diálogo, entrar en la polémica, ser el objeto de la crítica de otros. Enfrentar esta situación, aún así sea a través de estos medios, creemos, ayuda en la formación de quienes serán futuros profesionistas en las áreas social, cultural o humanística.

Y, tercero, es nuestra convicción de que al desarrollo cultural y artístico de esta ciudad le falta el elemento que cohesiona a todo con lo que ya contamos; tenemos teatros, cines, galerías y museos, orquestas, escuelas de arquitectura y diseño, desfiles de modas, premios a lo mejor del cine independiente, estudios de grabación y hasta un canal artificial en el cual concursan los triatletas de todo el país, pero a pesar de todo ello y de haber dado ya el salto al siglo XXI, no tenemos crítica, entendida esta como el comentar, el explicar, el difundir, el debatir, el exponer, de manera pública diversos puntos de vista sobre lo que, precisamente, está sucediendo en la ciudad en estos campos. Así pues, este espacio, estos textos, son nuestra modesta, pero decisiva, aportación al desarrollo del arte y la cultura de esta ciudad.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Cine, guerra y género

Kathryn Bigelow (frente), directora de "The Hurt Locker" (fondo)

Por las diferencias de género que tienen lugar en los procesos de socialización, la tendencia a que los intereses masculinos puedan agruparse, del mismo modo que los femeninos se identifican también, nos lleva a pensar que en las diversas manifestaciones culturales existirá una cierta predeterminación temática conforme al género de su autor.

No obstante, en las diversas áreas de manifestación, la mujer ha ido cobrando un lugar más representativo cada vez, alcanzando sitios privilegiados en algunas y muy pobres en otras. En el cine, consultando el registro de ganadores del Oscar por la categoría de "mejor director", uno se encuentra con una larga lista de hombres y la completa ausencia de mujeres galardonadas, desde 1928 hasta el año 2008. Aunque no pretendo establecer los premios de la Academia como los mejores evaluadores del cine, resulta interesante que, en los Premios Goya, las mujeres tampoco han cobrado un lugar muy especial: sólo tres de ellas han sido ganadoras desde 1986 hasta la actualidad.

Parece evidente que, al día de hoy, el trabajo cinematográfico femenino no ha alcanzado mayores reconocimientos. Las cuestiones antes mencionadas, respecto a los intereses comunes a los hombres y aquellos comunes a las mujeres, pueden probablemente darnos una explicación, pero una explicación que ya ha comenzado a perder su vigencia.

Con "The Hurt Locker", filme de la directora estadounidense Kathryn Bigelow, traducido en Latinoamérica como "Zona de miedo", constatamos una manifestación completamente atípica conforme a los estereotipos de creatividad femeninos. La directora ha alcanzado una ruptura que me parece excepcional, y no me refiero a un logro que sugiera que una mujer ha logrado hacer un filme "pensando como hombre", pues no es así en lo más mínimo y tal no habría de ser un logro en sí; sino que manifiesta, precisamente, una visión humana de un grupo de artificieros en zona de guerra, una visión sin género, muy cercana -quizás por el estilo y las tomas- a la percepción real.

Bigelow logró mostrar un lado no femenino sino un poco más real de la guerra. Hemos visto múltiples filmes hollywoodenses donde las situaciones bélicas son cuna de lágrimas, amores con enfermeras, un repensar el sentido de la vida, y demás... y no se trataba precisamente de directores femeninos. A mi parecer, Bigelow no dejó de lado esos temas pero tampoco los explotó al estilo convencional para dar tintes un tanto románticos -si no es ironía decirlo- a la experiencia de la guerra. Más allá de trabajar bajo las condiciones de su género, pienso que su modo fue, en realidad, un intento bien logrado de filmar escenas tan emotivas como pueden serlo y tan neutras como también, a la vez, lo son.

Dalinda Peña Habib

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