¿Qué es esto?

El que se ocupe este espacio responde a tres objetivos. El primero de ellos, contar con un sitio desde el cual se puedan dar a conocer las opiniones, las observaciones, las críticas de un grupo de alumnos de la Universidad de Monterrey, quienes, por obligación o gusto, tienen que realizar estos ejercicios dentro de la materia que lleva por nombre Taller de Crítica Cultural.

Segundo, y como si de un boomerang se tratara, una cosa es hacer llegar a otros lo que pienso, dudo, discurro, critico, y otra es someterme al escrutinio del otro, abrirme al diálogo, entrar en la polémica, ser el objeto de la crítica de otros. Enfrentar esta situación, aún así sea a través de estos medios, creemos, ayuda en la formación de quienes serán futuros profesionistas en las áreas social, cultural o humanística.

Y, tercero, es nuestra convicción de que al desarrollo cultural y artístico de esta ciudad le falta el elemento que cohesiona a todo con lo que ya contamos; tenemos teatros, cines, galerías y museos, orquestas, escuelas de arquitectura y diseño, desfiles de modas, premios a lo mejor del cine independiente, estudios de grabación y hasta un canal artificial en el cual concursan los triatletas de todo el país, pero a pesar de todo ello y de haber dado ya el salto al siglo XXI, no tenemos crítica, entendida esta como el comentar, el explicar, el difundir, el debatir, el exponer, de manera pública diversos puntos de vista sobre lo que, precisamente, está sucediendo en la ciudad en estos campos. Así pues, este espacio, estos textos, son nuestra modesta, pero decisiva, aportación al desarrollo del arte y la cultura de esta ciudad.

martes, 11 de mayo de 2010

Otro acercamiento


La religión como temática artística es una especie en peligro de extinción. Actualmente es único aquél que se acerque a hablar de dichos temas, cuando no hace más de quinientos años la religión era lo único de lo que se podía pintar.
Para acercanos al tema podríamos hablar de un momento central dentro del catolicismo: la Anunciación de la Virgen María. Nos es una elección azarosa. Grosso modo, se trata del episodio donde se relata, per se, cómo se introdujo el Mesías en el reino mortal. Siendo un momento tan primordial del dogma católico podríamos esperar que encabezara todas las narraciones de los evangelistas. Y sólo San Lucas nos narra el momento. Por demás curioso.
La Anunciación es un episodio de simbólica entrega total. Una rendición de toda voluntad propia por un bien mayor o un mandato mayor. 
Partiendo del Renacimiento tenemos un acervo de imágenes que pasan por las manos de El Greco, Rubens, Núñez, Pereda, Zurbarán, Murillo. Más allá de ver la segmentación de corrientes: si manierista, si barroco, etc. podemos ver que las imágenes mantienen una homogeneidad en el gesto. Vemos un rostro hierático constante en la faz de la Virgen, donde la paz, la sorpresa y el honor se entremezclan. Vemos una paloma como símbolo de Espíritu Santo. Al arcángel Gabriel como heraldo de la Anunciación. Y quizá alguno que otro ángel más para conformar un coro celeste.
Y sin embargo, con el tiempo, a pesar de esa repetición de elementos en la forma, vemos que existen otros matices subyacentes más aventurados. De un tiempo a otro el productor se da más libertades para manejar el mismo tema: construcciones más deformes, posiciones menos sublimes, etc. A pesar de ello, no podemos dejar de lado cómo la fórmula se mantenía idéntica: la paloma, la Virgen, el ángel (o los ángeles), etc.
Un hecho que evidencia cómo el acercamiento religioso en el arte no es sino trabajo cauteloso. Al final, tales visiones se apegan casi como en cuadrícula a la narración de San Lucas. ¿Por qué no buscar alternativas? ¿De verdad la religión puede entenderse sólo en una forma? 
Tampoco hablamos de una petición por lo radical, pero quizá sea esa fórmula constante y rígida lo que ha promovido ese distanciamiento del arte a la religión. Al no permitirnos otra forma de ver la Anunciación, ¿seríamos capaces de imaginarnos un suceso diferente? ¿Qué otros sucesos religiosos podemos dárselos a una sola visión, a una sola forma?
Al final quizá lo más apropiado sea acercarse a la religión como lo hace Bill Viola: extrayendo el núcleo del suceso, de la imagen, de la narración. Al sacar la sustancia prima, el mensaje, la virtud, el contenido podemos transportarlo a otro tipo de representación sin miedo a despegarnos de la intención detrás del suceso. Así, quizá, podríamos tener otra lectura de la imagen religiosa, donde la rigidez no venga en la forma, sino en la virtud del contenido.

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