La obra de Messager, presentada en las salas de MARCO, es contemporáneo puro, por 3 cosas:
1. por la ruptura del arte a posarse en un lienzo, piedra, papel ni siquiera un ready-made.
2. Porque la experiencia es subjetiva para cada espectador.
3. Porque no me hizo sentir “BONITO”.
Visitar las salas cada vez se volvió más incomodo, ya no porque los guardias estuvieran mirándote como una profanadora del arte, como si con tus ojos destruyeran la pieza, ni porque estuvieras viendo las pinturas de Filemón Santiago y pensando: “como puedo perder mi tiempo en esto”, ni porque la museografía hacía imposible ver las cedulas o ver donde pisabas, no; eran las obras de una artista, que no es pintora, ni escultora, ni ceramista, ni grabadista; su obra hablaba lo que no estaba acostumbrada a escuchar en MARCO; hablaba de dolor, miedo, incertidumbre y con muñecos de peluche, que pasaron de ser palabras hasta hacerse mías.
Pensaba que se sentía como alguna de esas experiencias en la vida, como cuando te gradúas que tienes miedo pero sales y eres feliz, o las novias al casarse viven incertidumbre y después felicidad, así yo, me sentí feliz camino a mi carro porque el arte contemporáneo había cumplido su objetivo en mi. (cursi, pero si).
MARCO, gracias.
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