La exposición está constituida por un buen número de piezas que involucran muchos objetos e ideas que por sí solos no hablarían mucho de arte y que, al agruparlos, la artista francesa decide convertirlos en tal. A productores de este tipo ya no podemos encasillarlos como pintores, escultores o dibujantes; sus nuevas formas de creación artística se han convertido en una continua novedad que día a día va dando lugar a nuevos nombres y técnicas que cambian constantemente.
Letras y colgantes de peluche, hilos, redes, hilaza, fotografías intervenidas, firmas, pelotas gigantes, sistemas de ventilación, palabras e intervenciones en los muros, dibujos, vastos metros de tela roja, antifaces, iluminación, muñecos, vestidos, sistemas mecánicos... los recursos son interminables y por eso mismo abren más que nunca la posibilidad de despertar una amplia gama de emociones en cada espectador, ya sea como mera experiencia visual o a través de aspectos mucho más personales y complejos.
Haciendo como pocas veces alarde a su "CO" de marCO, el museo regiomontano deja claro su orgullo de ser el primero en presentar una exposición de Messager a esta escala en Latinoamérica.
La labor que me parece más importante de todas es que el museo como institución y como espacio haya emprendido el reto de montar una exposición de este tipo, donde se evidencia que ya no hay nada más obsoleto que los métodos museográficos tradicionales donde "poner unos cuantos clavitos" y cuestiones como mantener las condiciones ambientales adecuadas eran las preocupaciones básicas del museo. Ahora cada exposición como esta es un desafío tecnológico y una responsabilidad cultural para toda la institución y su personal. El arte de Messager está, literalmente, en movimiento, y son otros más los que se encargan de que este movimiento y lo que expresa permanezcan en sus condiciones originales mientras dure la exposición.
Marco se vuelve contemporáneo al invertir en exponer algo más que simples piezas de reciente manufactura; lo consigue al elegir a productoras y productores cuyas ideas expresan de un modo tan claro y radical uno o varios aspectos de la cultura contemporánea.
Habrá quienes encuentren más placentero el contemplar una obra clásica o una pintura impresionista que la colección de Messager para encontrar su mejor firma, por ejemplo, pero es importante recordar que un espacio para el arte contemporáneo únicamente puede ser congruente consigo mismo y con su vocación al proyectar hacia afuera y hacia adentro una selección actualizada de los artistas que alberga, en la cual los valores artísticos no son los mismos de antes, aunque muchos espectadores aún los conserven en sus mentalidades y en sus expectativas.
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