¿Qué es esto?

El que se ocupe este espacio responde a tres objetivos. El primero de ellos, contar con un sitio desde el cual se puedan dar a conocer las opiniones, las observaciones, las críticas de un grupo de alumnos de la Universidad de Monterrey, quienes, por obligación o gusto, tienen que realizar estos ejercicios dentro de la materia que lleva por nombre Taller de Crítica Cultural.

Segundo, y como si de un boomerang se tratara, una cosa es hacer llegar a otros lo que pienso, dudo, discurro, critico, y otra es someterme al escrutinio del otro, abrirme al diálogo, entrar en la polémica, ser el objeto de la crítica de otros. Enfrentar esta situación, aún así sea a través de estos medios, creemos, ayuda en la formación de quienes serán futuros profesionistas en las áreas social, cultural o humanística.

Y, tercero, es nuestra convicción de que al desarrollo cultural y artístico de esta ciudad le falta el elemento que cohesiona a todo con lo que ya contamos; tenemos teatros, cines, galerías y museos, orquestas, escuelas de arquitectura y diseño, desfiles de modas, premios a lo mejor del cine independiente, estudios de grabación y hasta un canal artificial en el cual concursan los triatletas de todo el país, pero a pesar de todo ello y de haber dado ya el salto al siglo XXI, no tenemos crítica, entendida esta como el comentar, el explicar, el difundir, el debatir, el exponer, de manera pública diversos puntos de vista sobre lo que, precisamente, está sucediendo en la ciudad en estos campos. Así pues, este espacio, estos textos, son nuestra modesta, pero decisiva, aportación al desarrollo del arte y la cultura de esta ciudad.

martes, 6 de abril de 2010

Performance y Performing Arts


Algunas reflexiones del performance en una “performing art”: estableciendo diferencias y similitudes entre el performance y la música

“Don't play what's there, play what's not there.” Miles Davis


Entendemos la música como un arte que interpreta, ejecuta, en pocas palabras, toca (intentando traducir perform, no performance); es un arte que se crea al momento, efímero en su representación, aunque perdurable en su composición y que, si el intérprete así lo desea y el estilo lo demanda, da espacio a la improvisación. Al igual que en el resto de las llamadas, usando el término anglosajón, performing arts – esto para jugar con performance, carente de traducción exacta al español- existe un grado de interpretación que también existe en el performance realizado por un artista. Entonces ¿podremos decir que la música se trata de un performance? Depende.


Antes que la música, el teatro es la primer performing art con la cual tendemos a asociar al performance. Hay que recordar que el teatro posee estructuras determinadas por un guión, el cual brinda la posibilidad de repetición. Contrario a esto, una de las características principales del performance es carácter efímero, por lo general no ensayado, aunque obviamente planificado y reflexionado (para aclarar este punto tan sólo tratemos de imaginar los “ensayos” de los performances de Ana Mendieta que involucran pintar una pared con su propia sangre). Pasando a la música, podemos tener una mezcla de las anteriores situaciones: puede haber ensayo previo, puede que no, enfrentándonos a un jam; puede haber o no una guía (partitura o cifrado/lead sheet); e incluso puede que no se repita nunca exactamente lo ya tocado. En referencia al último punto, pensemos en la improvisación en el Jazz, donde, aunque hay frases recurrentes, no siempre se tocarán de la misma manera, o en el mismo orden, aunque las piezas sean las mismas (para ilustrarlo, una frase de Miles Davis: “I'll play it first and tell you what it is later”). Llevando la idea más allá, podríamos pensar que ninguna interpretación será exactamente igual a la anterior o a las venideras y, a menos que se graben, no podremos tener registro alguno de ellas. Sin embargo, podemos hasta cierto punto repetir la idea, mientras el performance, dependiendo del grado de intervención en el cuerpo (Mendieta, Burden y más) y el riesgo que conlleve éste, se abrirá o no la posibilidad de repetirlo.


Pero ¿qué ocurre si pensamos en artistas como John Cage, Yves Klein o el noise-music?, ¿habrá elementos performativos? Tomemos dos obras: 4´33´´ (Cage) y Monotone Symphony (Klein). El intérprete realmente no "interpreta" nada; en el caso de Cage son 4 minutos y 33 segundos de silencio, y con Klein sòlo hay una nota, acompañada de modelos con pintura azul. En estos casos, existe una guía pero esta indica sólo silencio, pasando la importancia (en el caso de Cage) no al silencio, sino al sonido que se recibe (del viento, la audiencia, cualquier cosa en la sala). El mensaje deja ya de ser exclusivo del sonido, sino que involucra al artista, al intérprete, al medio y a la audiencia misma, tal como podemos pensarlo en el performance. De esta manera, la música coquetea más con el performance que con la música como tradicionalmente la entendemos. Aún así, considero demasiado ambicioso querer catalogar a la música, sobre todo ciertos experimentos, como performance; lo performativo vendría del acto en sí, no de su producto. Más bien, la música viene a ser uno de los tantos recursos de los que puede hacer uso un performance.
Emmanuel Godínez Burgos

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