¿Qué es esto?

El que se ocupe este espacio responde a tres objetivos. El primero de ellos, contar con un sitio desde el cual se puedan dar a conocer las opiniones, las observaciones, las críticas de un grupo de alumnos de la Universidad de Monterrey, quienes, por obligación o gusto, tienen que realizar estos ejercicios dentro de la materia que lleva por nombre Taller de Crítica Cultural.

Segundo, y como si de un boomerang se tratara, una cosa es hacer llegar a otros lo que pienso, dudo, discurro, critico, y otra es someterme al escrutinio del otro, abrirme al diálogo, entrar en la polémica, ser el objeto de la crítica de otros. Enfrentar esta situación, aún así sea a través de estos medios, creemos, ayuda en la formación de quienes serán futuros profesionistas en las áreas social, cultural o humanística.

Y, tercero, es nuestra convicción de que al desarrollo cultural y artístico de esta ciudad le falta el elemento que cohesiona a todo con lo que ya contamos; tenemos teatros, cines, galerías y museos, orquestas, escuelas de arquitectura y diseño, desfiles de modas, premios a lo mejor del cine independiente, estudios de grabación y hasta un canal artificial en el cual concursan los triatletas de todo el país, pero a pesar de todo ello y de haber dado ya el salto al siglo XXI, no tenemos crítica, entendida esta como el comentar, el explicar, el difundir, el debatir, el exponer, de manera pública diversos puntos de vista sobre lo que, precisamente, está sucediendo en la ciudad en estos campos. Así pues, este espacio, estos textos, son nuestra modesta, pero decisiva, aportación al desarrollo del arte y la cultura de esta ciudad.

martes, 20 de abril de 2010

Frente a frente

Un curioso enfrentamiento entre la realidad con lo imaginado se asoma en la exposición "La superficie del precipicio" de Hugo Lugo presente en el Centro de las Artes II. De las piezas mostradas podemos resumir muchas lecturas, y con todo, es percibible una cierta línea que se perfila detrás de todas en conjunto. Digámosle una propuesta que se percibe en el fondo: un cuestionamiento de las ideas y los pensamientos (la virtualidad) frente a las piezas y el arte (la realidad).
Lo anterior se percibe por ese incesante juego que se mira de las piezas: una similar morbosamente parecida a la otra. Como si cada una se situara frente a un espejo, que varía (deforma) pero siempre, refleja.
Así, de pieza y reflejo nos encontramos en dos lugares al mismo tiempo: en el mensaje (idea) y en la pieza. En un boceto y su pintura, con todos los recovecos que el mismo boceto existe. Como si la idea, a la hora de materializarse ya acarreara con sí ciertos vestigios ineludibles de realidad, ciertos apuntes que le estorban o le favorecen (los renglones de la hoja, la mancha de café) que no podemos esquivar y que Lugo no hace otra cosa más que continuarlos, evidenciando cierta complicidad entre el acto y el plan.
Recordemos a Heisenberg y su principio de incertidumbre, donde se nos plantea que no es imposible ver algo en su "estado natural" porque el mismo hecho de mirarlo lo altera. De igual forma, al momento de querer plasmar una idea nos enfrentamos con que la misma no podrá ser la misma, sino un facsimil (por muy aproximado) porque incluso el mismo medio no lo permite. ¿De qué están hechas las ideas?
Con todo lo anterior no podemos sino sentir cierta burla por parte del autor hacia los conceptos y al arte que busca representar conceptos. O quizá, siendo optimistas, un enaltecimiento de dicha labor.
Si hubiera que elegir, unas de las piezas más representativas y valiosas son aquéllas de la serie de "Reflecciones" donde además de mantener su postura de enfrentamiento, involucra al espectador. Y allí están las ideas en espejo frente al hombre. Las ideas como piezas, los hombres como realidad. ¿Qué hay de esos creadores en esas piezas? ¿Qué hay de hombre (real, carnal, físico) en las ideas?
De igual forma, no podemos dejar de lado la maestría en los medios por parte del productor. Por de más admirable. Que nos ofrece una agradable visión arduamente trabajada con el fin de simular de la forma más cercana esa repetición, ese reflejo. La constante repetición que evidencia sus intenciones.
Todo esto es quizá una lectura mucho más escarbada de lo que la "superficie" quisiera plantearnos. Pero no deja de generar cierta comezón cuando se abandona la sala. Como quiera entendamos cómo la misma exposición nos plantea un umbral. Entre tierra firme y vacío. Entre sólido y efímero. Entre pieza y concepto. Entre producto y arte.

-Rogelio Lozano Bazaldúa

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