¿Qué es esto?

El que se ocupe este espacio responde a tres objetivos. El primero de ellos, contar con un sitio desde el cual se puedan dar a conocer las opiniones, las observaciones, las críticas de un grupo de alumnos de la Universidad de Monterrey, quienes, por obligación o gusto, tienen que realizar estos ejercicios dentro de la materia que lleva por nombre Taller de Crítica Cultural.

Segundo, y como si de un boomerang se tratara, una cosa es hacer llegar a otros lo que pienso, dudo, discurro, critico, y otra es someterme al escrutinio del otro, abrirme al diálogo, entrar en la polémica, ser el objeto de la crítica de otros. Enfrentar esta situación, aún así sea a través de estos medios, creemos, ayuda en la formación de quienes serán futuros profesionistas en las áreas social, cultural o humanística.

Y, tercero, es nuestra convicción de que al desarrollo cultural y artístico de esta ciudad le falta el elemento que cohesiona a todo con lo que ya contamos; tenemos teatros, cines, galerías y museos, orquestas, escuelas de arquitectura y diseño, desfiles de modas, premios a lo mejor del cine independiente, estudios de grabación y hasta un canal artificial en el cual concursan los triatletas de todo el país, pero a pesar de todo ello y de haber dado ya el salto al siglo XXI, no tenemos crítica, entendida esta como el comentar, el explicar, el difundir, el debatir, el exponer, de manera pública diversos puntos de vista sobre lo que, precisamente, está sucediendo en la ciudad en estos campos. Así pues, este espacio, estos textos, son nuestra modesta, pero decisiva, aportación al desarrollo del arte y la cultura de esta ciudad.

lunes, 19 de abril de 2010

Muertos sin sepultura. Graciela Iturbide y su fotografía de la muerte.






“La muerte andaba en el aire, ellos no la presintieron” (Las Tres Tumbas)





La muerte, fenómeno que a todos nos atañe, que a todos “nos toca”, siempre es y será motivo de reflexión, sobre todo cuando juega tan cerca de nosotros. Éste fue el caso de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (1942).


A raíz de la temprana muerte de su hija, apenas a los 6 años, Graciela se obsesionó con la muerte. Por el obturador de su cámara capturó escenas en cementerios, entierros y ataúdes de niños (los llamados “angelitos”), hasta que un suceso le dijo “hasta aquí”; hasta que se encontró con el llamado “Señor de la muerte” en el cementerio de Dolores Hidalgo.


Ella nos dice: “En Dolores Hidalgo me encuentro con una familia, está la niñita, el angelito muerto. Le pido permiso al señor (el padre) para fotografiar el ritual, me dice que sí. Va por el cementerio (con el féretro) y lo sigo, hasta que nos encontramos a la muerte (un cadáver masculino vestido, cuyo torso ha sido devorado). La familia entierra a la niña, después, levantan el vuelo los miles de pájaros que se comieron a la muerte.”


Para Graciela, este suceso sería una señal de que debía dejar atrás su obsesión con la muerte. En sus palabras “Fue como si la muerte me dijera: deja de obsesionarte, aquí estoy”. Esta fotografía la llevaría a otro de sus temas ampliamente trabajados, los pájaros (tema que le mereció la publicación de un libro). Pero la muerte ya sólo sería tratada de manera”lúdica”, en calaveritas de azúcar o en fiestas populares, nunca más con esa frialdad, esa crudeza y ese atrevimiento por parte de la fotógrafa.


Tratemos de imaginar un poco el escenario, la situación por la que pasaba Graciela. Muerta su hija, la fotógrafa comienza a fotografiar todo lo relacionado a niños muertos, una especie de catarsis. La “respuesta” de la muerte ante la afrenta, picaresca y casi extraída de un cuento de terror, es insuperable: aparece el cuerpo de un hombre que yace a medio camino con el cráneo expuesto, completamente picoteado por los pájaros. Y la respuesta de Gabriela no fue menos osada, aunque si definitiva, haciendo lo único que pudo haber hecho en ese momento: tomar su cámara y disparar.
Emmanuel Godínez Burgos

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