Sabemos que el arte ha evolucionado constantemente a lo largo de la Historia, pero en esta ocasión la posmodernidad trae consigo, a manera de residuo de la modernidad, un sistema capitalista que, si bien no parece haber terminado de formarse y reformarse a sí mismo, sí ha formado y reformado a la sociedad.
Hoy en día hablamos incluso de la cultura en términos de capital, lo cual puede parecer positivo si consideramos que la sociedad de consumo brinda, en teoría, la posibilidad de adquirir una diversidad de bienes cada vez mayor a un grupo cada vez más grande de personas; ello habría de llevar, o al menos acercar, a la igualdad. Lo cierto es que esta utopía de “consumo para todos”, y en este caso “consumo cultural”, es precisamente eso, una mera utopía.
Al colocarnos en este contexto de liquidez y virtualización, el consumo y el capital se transforman de manera aún más profunda; el arte y sus formas tienden pues a volverse volátiles y relativas como el capital, a la vez que “desechables” en tanto objetos de consumo. Mi pregunta no es si esto era lo que se tenía pensado como destino para el arte, mucho menos busco hacer una valoración ética de las formas artísticas de la sociedad de consumo; me pregunto, sobre todo, acerca del quehacer del arte dentro de dicha sociedad.
Así, el que hoy vivamos sumergidos en una cultura de imágenes y representaciones efímeras, no hace del arte algo menos significativo o valioso. Quizá se ha sobrevalorado la trascendencia o, mejor dicho, se ha subestimado lo perecedero. Pero el arte es, como hasta hoy lo ha demostrado, un reflejo de los valores de la sociedad que lo produce y lo consume. Por ello, en la era del consumo, el arte lo que ha hecho es seguir representando a la sociedad a la que acompaña. Un nuevo cuestionamiento que surge de modo inevitable es si, al ser insaciable el deseo de objetos y de su consumo, ¿puede aún seguir saciando el arte a nuestras sociedades? Independientemente de que lo haga o no, me parece que el hecho de que el arte vaya hoy tan de la mano con la sociedad de consumo, reflejándola y hablándonos de ella, no es más que una señal de que está haciendo su trabajo, y lo está haciendo bien.
*Warhol, Andy (1975). The philosophy of Andy Warhol: from A to B and back again.